La excelencia en el trabajo


QUERER SER PERFECTO EN MI TRABAJO: ¿VENTAJA O  INCONVENIENTE?

“Lo que yo haga, quiero siempre que esté bien hecho, que se vea que soy un profesional,….”. Afirmaciones parecidas a esta las encontramos frecuentemente dentro de nuestro contexto laboral, y obviamente nosotros no somos quienes para entrar a juzgarlas, lo único que queremos proponer es una invitación a la reflexión a través de preguntarnos a nosotros mismos sobre la finalidad, el “¿para qué?” queremos hacer las cosas bien o ¿para qué queremos que se nos vea como auténticos profesionales?. Una respuesta sincera a esta pregunta nos develará si esta búsqueda de perfección es algo funcional para nosotros ayudándonos a crecer, o si por el contrario se convierte en una dificultad que nos perjudica y nos impide disfrutar de lo que tenemos a nuestro alrededor.

Este punto nos lleva a diferenciar algo que es esencial dentro del clima laboral de una empresa, como es el hecho de ver si en ella domina la búsqueda de la excelencia, o por el contrario si lo que domina es la exigencia.

Términos estos, “excelencia” y “exigencia” que acarrean consecuencias completamente diferentes. Bajo el primer término, el de la “excelencia”, la persona busca en su trabajo hacer las cosas lo mejor posible, y cada día laboral es un reto y una oportunidad para pulir detalles, corregir errores, y experimentar la alegría de ver una mejora y un desarrollo en lo que se está haciendo. Sin embargo, bajo la influencia de la “exigencia” el clima laboral se convierte en algo opresivo, tenso, donde tengo que tener muchísimo cuidado en no equivocarme, pues si lo hago habré fracasado y ya no podré llegar a mi objetivo de perfección.

La persona que busca la excelencia se deleita en el camino que le lleva hacia la búsqueda de un objetivo, en cambio, quien está dentro de los parámetros de la “exigencia” ve el camino como un sufrimiento que lo transita con el autoengaño de que quizás un día conseguirá la perfección y podrá así liberarse de este sufrimiento (algo que nunca ocurre pues el nivel de autoexigencia hace que nunca nada sea perfecto, y en el hipotético caso de que se alcanzara esta perfección tampoco se liberaría de este sufrimiento pues inmediatamente se pondría a caminar hacia otro objetivo). Sería parecido a cuando una pasea por una playa, el deleite no está en llegar al otro lado de la misma, sino en el hecho mismo de transitar, en sentir la arena sobre nuestros pies descalzos, o en oler y escuchar las olas del mar.

Mediante la excelencia concebimos el error como algo completamente normal, y como la mejor oportunidad práctica de poder aprender, por lo cual, dejamos de temerle, y en vez de ocupar nuestra energía en recriminarnos y fustigarnos por el hecho de habernos equivocado, lo que hacemos es inmediatamente ver que podemos aprender de nuestro error.

Posiblemente, los tres puntos clave que diferencian lo que es la “excelencia” y la “exigencia” son estos:

 EXIGENCIA                                                   

          Quiero ser perfecto

           “SER” es igual a” HACER”. Es decir, “yo soy lo que hago”. De esta manera ante la equivocación pienso que yo soy una persona equivocada.

          “Error” es sinónimo de “ Fracaso”

EXCELENCIA

          Quiero hacerlo lo mejor posible

          “SER” es diferente al “HACER”. De esta manera ante la equivocación pienso que mi acción está equivocada.

          “Error” es sinónimo de “Oportunidad”.

En “DOS PASOS ADELANTE” concebimos la excelencia como una piedra angular para conseguir un óptimo clima laboral, y entendemos que para poder ser exitosos y productivos en nuestro trabajo, debemos sentirnos cómodos con lo que hacemos. Pídenos una cita y buscaremos las claves para que realmente puedas sentirte de esta manera.