¿Cuando me siento muy enfadado qué es lo mejor que puedo hacer?

El enfado, la rabia, la ira, o lo que en general llamamos comportamientos agresivos son reacciones lamentablemente muy usuales en nuestra sociedad. Lo peor, es que frecuentemente lo expresamos con las personas que más queremos, viendo un claro ejemplo de una gran virtud como es la confianza que, equivocadamente desarrollada, se convierte en un grave problema: “el exceso de confianza”.

Si algo caracteriza a estos estados por encima de cualquier otra cosa es la incapacidad de no reaccionar, como si algo penetrara dentro de nosotros que nos obligara a actuar de forma destructiva ya sea hacia nosotros mismos o hacia los demás. Hermann Hesse en su obra “Siddharta” nos invita a que antes de expresar nuestra ira nos detengamos un momento y contemos hasta diez, una clara invocación a lo que llamamos “no reaccionar”.

Sin embargo, esta invocación a la “no reacción” puede resultar sumamente peligrosa y dañina si caemos en el error de identificarla con lo que es la represión. Reprimir un estado de rabia o de enojo, ni mucho menos significa superarlo, sino más bien todo lo contrario, puesto que es la clave para que en una próxima ocasión nuestra ira sea todavía mucho más destructiva. Al comentar esto me vienen a la memoria ciertos casos que aún siendo extremos, son un clara muestra de lo que quiero expresar, me estoy refiriendo a las noticias que tristemente vemos a través de los medios de comunicación referentes a personas que han cometido actos de extrema violencia y que cuando entrevistan a vecinos y conocidos de estas personas las describen como gentes de carácter más bien introvertido, que nunca se les ha visto levantar la voz, pero que repentinamente han actuado como han actuado.

La represión es como un dique que le ponemos al agua, y si ésta aumenta su presión es inevitable que en un momento dado rompa el dique, provocando así más destrucción que si nunca lo hubiéramos colocado. Muestra de ello la encontramos en la antigua China con el caso de Yu el grande, un gobernante de una comunidad que frecuentemente sufría los problemas de las devastadoras inundaciones, y que en vez de construir diques como hicieron sus antecesores, creo canales para que el agua fluyera por distintas zonas de la comunidad sirviendo así para mejorar los cultivos, y utilizar su fuerza para otros menesteres como por ejemplo la habilitación de molinos que se emplearían para moler el grano.

En definitiva, estos estados de enfado, ira, rabia, o agresividad, debemos aprender a canalizarlos de una manera que nos resulte positiva y sobre todo funcional, pero no caer en el error de crear “diques” represivos que lo único que hacen es aumentar la disfuncionalidad de estos estados.

El “levantamiento de diques” es una solución que en un momento dado habrá podido funcionar, pero que en la mayoría de los casos es contraproducente. Me estoy refiriendo a lo que son los intentos de autocontrolarse, buscar desarrollar la paciencia, intentar pensar en otras cosas,…. Necesitamos una solución realmente nueva y sobre todo efectiva, que necesariamente deberá individualizarse para cada caso en particular, y que no puede generalizarse como una especie de receta médica. Pero si observamos que nuestros intentos de solución para este tipo de conductas que nos resultan disfuncionales son siempre los mismos y no llega ningún tipo de progreso, debemos buscar alternativas por otras vías, te invito a que tú mismo/a las encuentres con las propuestas que te vamos a presentar en “DOS PASOS ADELANTE”.